Las autoridades cubanas necesitan urgentemente atraer fuertes inversiones extranjeras para detener la continuada caída económica, recapitalizar los destruidos sectores productivos, resolver los problemas estructurales de la economía y lograr crecimiento. La “actualización del modelo económico” no ha logrado sus objetivos de incrementar la productividad, crear producciones para surtir el mercado interno, sustituir importaciones y aumentar las exportaciones. El gobierno tiene dificultades para acceder a créditos internacionales, por su falta de credibilidad de pago, y no ha encontrado socio igual a Venezuela.
Raúl Castro no habló para clausurar la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular que aprobó la nueva Ley de Inversiones Extranjeras el 29 de marzo, o al menos no se difundió por los medios. Con rostro serio apenas se vio en la síntesis televisada, lógico porque de hecho se reconoce la incapacidad para revertir el desastre causado durante 55 años y la necesidad de recurrir a eficientes empresarios capitalistas. Sin embargo, se mantiene el impedimento básico: el Estado continuará controlando estrechamente mediante su participación mayoritaria en las empresas. Solo con carácter excepcional se permitirá la actividad controlada del sector privado, preferentemente el organizado en las cooperativas. Allí, no se divulgó la eventual autorización a cubanos residentes en el exterior para invertir.
A fin de salir de la sobrevivencia comienza un proceso de atracción de inversiones extranjeras, cuya ejecución y resultados productivos demorará. En consecuencia, 2014 será otro año nebuloso, cuando las fuentes de Venezuela tienden a disminuir, las ventas de servicios al exterior –básicamente personal médico- no crecen al ritmo requerido, y el petróleo comparte la incertidumbre del proceso venezolano. El megapuerto de Mariel rendirá beneficios en un futuro aún incierto no solo debido a la postergación de las obras del Canal de Panamá y las limitaciones a los barcos impuestas por el embargo norteamericano, sino porque otros puertos son acondicionados: Freeport, Grand Bahama; Miami, Norfolk y Nueva York en Estados Unidos; Kingston, y en perspectiva Goat Island por China Harbour Engineering Company, en Jamaica. La Zona Especial de Desarrollo Mariel afronta las precauciones de los potenciales empresarios ante la legislación cubana, la burocracia, el limitado mercado interno y las dudas sobre las ventajas respecto a otros sitios. Las grandes inversiones previstas por Venezuela y China en el níquel, el petróleo y otras están diferidas o abandonadas, como ocurre en Cienfuegos.
Marino Murillo, vicepresidente económico del gobierno, explicó a los diputados la necesidad de un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 5-7% para lo cual se requerirían tasas de inversión anual del 20%, que en las condiciones actuales solo puede alcanzarse mediante el financiamiento externo. El proceso de descapitalización material y humana existe desde inicios de la década de 1990 por el descenso sostenido de la inversión nacional ante la carencia de divisas y la casi paralización de las inversiones extranjeras directas. Desde hace muchos años economistas alertaron e hicieron recomendaciones al respecto, como el cubano Oscar Espinosa Chepe *, que le ocasionaron una condena 20 años de cárcel en 2003.
En la argumentación televisada, el vicepresidente precisó que la inversión extranjera directa resulta indispensable no solo como un complemento al esfuerzo inversionista del país, sino que en algunos sectores la ley tiene principios para actividades específicas en las que será determinante. Se priorizan, 11 sectores: agropecuario y forestal, industria alimenticia, energía y mina, industria sideromecánica, ligera, química y electrónica, industria azucarera, comercio mayorista, construcción, transporte, industria farmacéutica y biotecnológica, y turismo, según informó Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera. Se pretende impulsar las fuentes renovables de energía, caras y lastimosas sucedáneas del ansiado petróleo cubano en el Mar Caribe.
También Murillo definió el “encadenamiento productivo” que resuelva el problema estructural en la industria y la agricultura, de manera que, por ejemplo, si hay inversión extranjera para producir leche en polvo, también cree una vaquería, pues no existe ganado para garantizar la leche a procesar. Actualmente solo se produce el 50% del escaso consumo, el resto se importa. (En Cuba, según el censo ganadero de 1967, existía 7,172,000 de cabezas de ganado, casi una por habitante. El 31 de diciembre de 2013, con más de 11 millones de personas, había 4 092,200, según la Oficina Nacional de Estadísticas).
Asimismo se anunció que no se otorgarán derechos de exclusividad ni el traspaso de bienes estatales salvo en casos excepcionales. Los estímulos fiscales contemplan exención de pago de impuestos por 8 años, sin vinculación al tiempo de recuperación de la inversión. La fuerza de trabajo seguirá contratándose a las empresas estatales. El análisis más acucioso de la ley podrá hacerse una vez publicada.
Entre las dificultades que podrían afrontar los inversores se encuentran la ausencia de insumos y fuerza de trabajo calificada por el desprecio a los oficios desde el Estado durante décadas. No obstante, las obras podrían contribuir al empleo de cubanos, e incluso beneficiar a trabajadores por cuenta propia con la contratación de sus servicios. No puede desconocerse las características y procedencia de las empresas, pues sus intereses, prestigio, organización, nivel tecnológico y eficiencia influirán sobre el futuro de Cuba. Resultaría provechosa la participación de los empresarios cubanoamericanos y estadounidenses, pero lamentablemente en las condiciones actuales parece lejana.
Miriam Leiva
Periodista Independiente
* Libro: Cambios en Cuba: Pocos, Limitados y Tardíos, Espinosa Chepe Oscar,
Blog: www.reconciliacioncubana.com/publicaciones,