Archivo mensual: marzo 2012

FOTO: PUEBLO CUBANO RECIBE SALUDO DEL PAPA BENEDICTO XVI

Los cubanos y creyentes de muchos países emocionados
ante paso del Papa hacia el altar en la Plaza José Martï,
La Habana, 28 marzo 2012-

Foto por Miriam

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FOTO: ALTAR, MISA PAPA, MONUMENTO A JOSÉ MARTÍ, PLAZA

Tomada por Miriam

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FOTO: VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE

La imagen de la Virgen Mambisa cubrió todo
el frente del edificio de la Biblioteca Nacional José Martí,
La Habana, 28 marzo 2012, Misa Papa Benedicto XVI.

Foto tomada por Miriam Leiva

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FOTO: MIRIAM LEIVA Y OSCAR ESPINOSA CHEPE LLEGAN A ASISTIR A LA MISA PLAZA

Fotos tomadas por ambos, alternativamente.

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FOTO: ASISTENTE A MISA SALUDAN AL PAPA-1

EL Papa Benedicto XVI es aclamado y saludado por los fieles
al pasar en el movil, dirigiendose al altar en el Monumento a Jose Marti
en la Plaza, La Habana 28-3-12.

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HOMILIA PAPA, LA HABANA, 28 MARZO 2012, FOTO

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Plaza de la Revolución José Martí, La Habana
Miércoles 28 de marzo de 2012

[Vídeo]

Queridos hermanos y hermanas:

«Bendito eres, Señor Dios…, bendito tu nombre santo y glorioso» (Dn 3,52). Este himno de bendición del libro de Daniel resuena hoy en nuestra liturgia invitándonos reiteradamente a bendecir y alabar a Dios. Somos parte de la multitud de ese coro que celebra al Señor sin cesar. Nos unimos a este concierto de acción de gracias, y ofrecemos nuestra voz alegre y confiada, que busca cimentar en el amor y la verdad el camino de la fe.

«Bendito sea Dios» que nos reúne en esta emblemática plaza, para que ahondemos más profundamente en su vida. Siento una gran alegría de encontrarme hoy entre ustedes y presidir esta Santa Misa en el corazón de este Año jubilar dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre.

Saludo cordialmente al Cardenal Jaime Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, y le agradezco las corteses palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Extiendo mi saludo a los Señores Cardenales, a mis hermanos Obispos de Cuba y de otros países, que han querido participar en esta solemne celebración. Saludo también a los sacerdotes, seminaristas, religiosos y a todos los fieles aquí congregados, así como a las Autoridades que nos acompañan.

En la primera lectura proclamada, los tres jóvenes, perseguidos por el soberano babilonio, prefieren afrontar la muerte abrasados por el fuego antes que traicionar su conciencia y su fe. Ellos encontraron la fuerza de «alabar, glorificar y bendecir a Dios» en la convicción de que el Señor del cosmos y la historia no los abandonaría a la muerte y a la nada. En efecto, Dios nunca abandona a sus hijos, nunca los olvida. Él está por encima de nosotros y es capaz de salvarnos con su poder. Al mismo tiempo, es cercano a su pueblo y, por su Hijo Jesucristo, ha deseado poner su morada entre nosotros.

«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8,31). En este texto del Evangelio que se ha proclamado, Jesús se revela como el Hijo de Dios Padre, el Salvador, el único que puede mostrar la verdad y dar la genuina libertad. Su enseñanza provoca resistencia e inquietud entre sus interlocutores, y Él los acusa de buscar su muerte, aludiendo al supremo sacrificio en la cruz, ya cercano. Aun así, los conmina a creer, a mantener la Palabra, para conocer la verdad que redime y dignifica.

En efecto, la verdad es un anhelo del ser humano, y buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad. Muchos, sin embargo, prefieren los atajos e intentan eludir esta tarea. Algunos, como Poncio Pilato, ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad (cf. Jn 18, 38), proclamando la incapacidad del hombre para alcanzarla o negando que exista una verdad para todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de los demás y encerrados en sí mismos. Personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse.

Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en «su verdad» e intentando imponerla a los demás. Son como aquellos legalistas obcecados que, al ver a Jesús golpeado y sangrante, gritan enfurecidos: «¡Crucifícalo!» (cf. Jn 19, 6). Sin embargo, quien actúa irracionalmente no puede llegar a ser discípulo de Jesús. Fe y razón son necesarias y complementarias en la búsqueda de la verdad. Dios creó al hombre con una innata vocación a la verdad y para esto lo dotó de razón. No es ciertamente la irracionalidad, sino el afán de verdad, lo que promueve la fe cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios.

Además, la verdad sobre el hombre es un presupuesto ineludible para alcanzar la libertad, pues en ella descubrimos los fundamentos de una ética con la que todos pueden confrontarse, y que contiene formulaciones claras y precisas sobre la vida y la muerte, los deberes y los derechos, el matrimonio, la familia y la sociedad, en definitiva, sobre la dignidad inviolable del ser humano. Este patrimonio ético es lo que puede acercar a todas las culturas, pueblos y religiones, las autoridades y los ciudadanos, y a los ciudadanos entre sí, a los creyentes en Cristo con quienes no creen en él.

El cristianismo, al resaltar los valores que sustentan la ética, no impone, sino que propone la invitación de Cristo a conocer la verdad que hace libres. El creyente está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el Señor, incluso ante el sombrío presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro personal con quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir este tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.

Queridos amigos, no vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos, a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime. El que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad (cf. Jn 8,34). Sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros.

Convencido de que Cristo es la verdadera medida del hombre, y sabiendo que en él se encuentra la fuerza necesaria para afrontar toda prueba, deseo anunciarles abiertamente al Señor Jesús como Camino, Verdad y Vida. En él todos hallarán la plena libertad, la luz para entender con hondura la realidad y transformarla con el poder renovador del amor.

La Iglesia vive para hacer partícipes a los demás de lo único que ella tiene, y que no es sino Cristo, esperanza de la gloria (cf. Col 1,27). Para poder ejercer esta tarea, ha de contar con la esencial libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también públicamente, llevando el mensaje de amor, reconciliación y paz que Jesús trajo al mundo. Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe. Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana.

El derecho a la libertad religiosa, tanto en su dimensión individual como comunitaria, manifiesta la unidad de la persona humana, que es ciudadano y creyente a la vez. Legitima también que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras.

Cuando la Iglesia pone de relieve este derecho, no está reclamando privilegio alguno. Pretende sólo ser fiel al mandato de su divino fundador, consciente de que donde Cristo se hace presente, el hombre crece en humanidad y encuentra su consistencia. Por eso, ella busca dar este testimonio en su predicación y enseñanza, tanto en la catequesis como en ámbitos escolares y universitarios. Es de esperar que pronto llegue aquí también el momento de que la Iglesia pueda llevar a los campos del saber los beneficios de la misión que su Señor le encomendó y que nunca puede descuidar.

Ejemplo preclaro de esta labor fue el insigne sacerdote Félix Varela, educador y maestro, hijo ilustre de esta ciudad de La Habana, que ha pasado a la historia de Cuba como el primero que enseñó a pensar a su pueblo. El Padre Varela nos presenta el camino para una verdadera transformación social: formar hombres virtuosos para forjar una nación digna y libre, ya que esta trasformación dependerá de la vida espiritual del hombre, pues «no hay patria sin virtud» (Cartas a Elpidio, carta sexta, Madrid 1836, 220). Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad.

Invocando la materna protección de María Santísima, pidamos que cada vez que participemos en la Eucaristía nos hagamos también testigos de la caridad, que responde al mal con el bien (cf. Rm 12,21), ofreciéndonos como hostia viva a quien amorosamente se entregó por nosotros. Caminemos a la luz de Cristo, que es el que puede destruir la tiniebla del error. Supliquémosle que, con el valor y la reciedumbre de los santos, lleguemos a dar una respuesta libre, generosa y coherente a Dios, sin miedos ni rencores.

Amén.

© Copyright 2012 – Libreria Editrice Vaticana

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HOMILIA PAPA BENEDICTO XVI EN SANTIAGO DE CUBA

Homilía de Su Santidad Benedicto XVI en la Plaza Antonio Maceo
(Fuente: Oficina de Prensa de la Santa Sede, Santiago de Cuba)
26 de marzo, 2012
Texto original
Queridos hermanos y hermanas:
Doy gracias a Dios que me ha permitido venir hasta ustedes y realizar este tan
deseado viaje. Saludo a Monseñor Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de
Cuba, agradeciéndole sus amables palabras de acogida en nombre de todos; saludo
asimismo a los obispos cubanos y a los venidos de otros lugares, así como a los
sacerdotes, religiosos, seminaristas y fieles laicos presentes en esta celebración. No
puedo olvidar a los que por enfermedad, avanzada edad u otros motivos, no han
podido estar aquí con nosotros. Saludo también a las autoridades que han querido
gentilmente acompañarnos.
Esta santa Misa, que tengo la alegría de presidir por primera vez en mi visita pastoral
a este país, se inserta en el contexto del Año Jubilar mariano, convocado para honrar y
venerar a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, en el cuatrocientos
aniversario del hallazgo y presencia de su venerada imagen en estas tierras benditas.
No ignoro el sacrificio y dedicación con que se ha preparado este jubileo,
especialmente en lo espiritual. Me ha llenado de emoción conocer el fervor con el que
María ha sido saludada e invocada por tantos cubanos, en su peregrinación por todos
los rincones y lugares de la Isla.
Estos acontecimientos importantes de la Iglesia en Cuba se ven iluminados con
inusitado resplandor por la fiesta que hoy celebra la Iglesia universal: la anunciación
del Señor a la Virgen María. En efecto, la encarnación del Hijo de Dios es el misterio
central de la fe cristiana, y en él, María ocupa un puesto de primer orden. Pero, ¿cuál
es el significado de este misterio? Y, ¿cuál es la importancia que tiene para nuestra
vida concreta?
Veamos ante todo qué significa la encarnación. En el evangelio de san Lucas hemos
escuchado las palabras del ángel a María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se
llamará Hijo de Dios» (Lc 1,35). En María, el Hijo de Dios se hace hombre,
cumpliéndose así la profecía de Isaías: «Mirad, la virgen está encinta y da a luz un
hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"» (Is 7,14).
Sí, Jesús, el Verbo hecho carne, es el Dios-con-nosotros, que ha venido a habitar entre
nosotros y a compartir nuestra misma condición humana. El apóstol san Juan lo
expresa de la siguiente manera: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros»
(Jn 1,14). La expresión «se hizo carne» apunta a la realidad humana más concreta y
tangible. En Cristo, Dios ha venido realmente al mundo, ha entrado en nuestra
historia, ha puesto su morada entre nosotros, cumpliéndose así la íntima aspiración
del
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Homilia de Su Santidad Benedicto XVI en la Plaza Antonio Maceo
Lunes, 26 de Marzo de 2012 17:54 – Actualizado Lunes, 26 de Marzo de 2012 18:02
ser humano de que el mundo sea realmente un hogar para el hombre. En cambio,
cuando Dios es arrojado fuera, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para el
hombre, frustrando al mismo tiempo la verdadera vocación de la creación de ser
espacio para la alianza, para el «sí» del amor entre Dios y la humanidad que le
responde. Y así hizo María como primicia de los creyentes con su «sí» al Señor sin
reservas.

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PADRE FELIX VARELA, VENERABLE, EN EL CAMINO A LA BEATIFICACION

En cuanto al Padre Varela, luego de un minucioso proceso de análisis de los méritos de la vida, muerte y forma de santidad, según la documentación presentada en octubre de 2002 por la iglesia católica cubana, y ampliada en 2008 por un equipo encabezado por Monseñor Ramón Suárez Polcari, encargado de la causa de beatificación, e integrado por los licenciados Alexis Pestanos y Roberto Veiga, en Vaticano los Consultores dieron su voto afirmativo el 13 de diciembre de 2011. Así “desearon que este ejemplar sacerdote diocesano pueda llegar pronto, si así gustara el Santo Padre, a la deseada beatificación”.

Nació el 20 de noviembre de 1787 en la calle Obispo No. 91 entre Aguacate y Villegas, La Habana, y falleció el 18 de febrero de 1853, meses después de nacer José Martí, también habanero del mismo barrio. Como los militares españoles asentados en Cuba cumplían también servicio en aquella colonia de Florida, el abuelo y el padre de Varela se trasladaron allí con su familia, llevando al pequeño Félix. Retornaron a La Habana en 1801, donde cursó sus estudios, y en 1811 se ordenó sacerdote y fundó la Sociedad Filarmónica de La Habana. En 1812 obtuvo por concurso de oposición la cátedra de filosofía en el Seminario de San Carlos, con una dispensa por edad del Obispo Espada, quien apreció sus dotes. Fue un renovador de la enseñanza al abandonar el escolasticismo e introducir el estudio de las ciencias. En 1817 se convirtió en socio de número en la Real Sociedad Económica, y en 1822 fue elegido diputado a las Cortes de España, pero su voto en 1823 por la regencia ocasionó que, al retornar el Rey Fernando VII, fuera condenado a muerte. Pudo huir y el 17 de diciembre de 1823 llegó a Estados Unidos.

Comenzó su vida pastoral en Filadelfia, aunque su mayor labor fue en Nueva York, como Vicario General desde 1837, fungiendo como obispo, y en 1841 el claustro de teología del Seminario de Santa María de Baltimore le confirió el grado de director de la facultad. También en la gran ciudad, al igual que luego haría José Martí, desarrolló su intensa actividad de forja de la nacionalidad y estímulo a la libertad de Cuba. Insigne fue el periódico El Habanero y posteriormente El Mensajero. Sus cartas y escritos filosóficos llegaban a nuestro país y tuvieron influencia en el proceso independentista. Sobresale su obra “Cartas a Elpidio”. Sus objetivos eran brindar un método para el conocimiento humano, así como ofrecer las respuestas adecuadas a la problemática social cubana e intentar crear una autoconciencia nacional. José de la Luz y Caballero definió a Varela como nuestro verdadero civilizador y quien nos enseñó primero en pensar; José Antonio Saco calificó sus cambios en la enseñanza como una verdadera revolución en el pensamiento cubano, y José Martí lo llamó “patriota entero”.

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VATICANO NO PREVE ENCUENTRO DEL PAPA CON CHAVEZ EN CUBA

La Santa Sede ha negado hoy que Benedicto XVI tenga en sus planes recibir al presidente de Venezuela, quien se encuentra desde ayer en la Isla para recibir tratamiento de radioterapia, informa un reporte del sitio Infolatam.com.

“Fue una sorpresa. Acabo de enterarme ahora que va a estar en Cuba”, dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, en una rueda de prensa tras ser consultado sobre la sorpresiva llegada del mandatario venezolano a la Isla.

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VALLA VISITA PAPA, AVENIDA 31, PLAYA, LA HABANA, CUBA

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