Por OSCAR ESPINOSA CHEPE
Espacio Laical 2/2012
Entre los desafíos más serios y preocupantes que enfrenta
la sociedad cubana están los de carácter demográfico. El bajo
crecimiento poblacional que venía ocurriendo desde hacía tiempo,
acusa ya tasas negativas. En el período 2006-2010 la población
decreció, con la excepción de 2009. De tal forma, al término del
2010 hubo una disminución de 2 mil 675 habitantes con respecto a
los que, según se estimaba, residían el 31 de diciembre del 2005.
Junto a este fenómeno se desarrolla un acelerado proceso de envejecimiento
que ha convertido a Cuba en el país del continente
con la mayor cantidad relativa de población de 60 años, y más.
La minoración de la población únicamente se había dado en
dos ocasiones en la historia demográfica cubana: a fines del siglo
XIX como consecuencia de la devastación resultante de la guerra
de independencia, la reconcentración de Weyler y el regreso a España
de numerosas personas tras la derrota del colonialismo, y en
1980 debido a la salida masiva de alrededor de 125 mil personas
por el puerto de Mariel hacia Estados Unidos, factor determinante
para que en ese año existiera un decrecimiento poblacional de 549
habitantes.
Los orígenes del proceso actual de decrecimiento responden
a la caída en barrena de la natalidad y el continuo abandono definitivo
del país de importantes cantidades de ciudadanos, en especial
jóvenes, no obstante los considerables obstáculos oficiales
para hacerlo. Esta dinámica ha sido atenuada por altas tasas
de esperanza de vida, 79,1 años en 2011, según el Índice de
Desarrollo Humano (IDH) publicado por el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD); nivel superado ligeramente por
Costa Rica (79,3 años), e igual al alcanzado por Chile, en lo que
ha incidido particularmente el bajo índice de mortalidad infantil (4,9
fallecidos por 1000 nacidos vivos en 2011), que sitúa a Cuba en
ese importante aspecto entre los países con mejores resultados
mundiales.
La natalidad alcanzó 30,1 por cada mil habitantes en 1960,
con un alza a 35,1 en 1963, pero tras una prolongada tendencia a
la disminución, llegó a 10,7 como promedio en 2005-2010, según
datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), para una caída
del 65,0 por ciento respecto a 1960.
Otros parámetros de suma importancia tuvieron una disminución
sustancial. Según las previsiones del PNUD en su Informe
para el Desarrollo Humano (IDH) 2010, Cuba tendrá una tasa global
de fecundidad (hijos por mujer) de 1,5 entre 2010-2015, la
más baja de América Latina, incluso inferior a China (1,8). Esa
proyección no está lejos de la realidad, pues el gobierno cubano
reconoció para 2010 una tasa global de fecundidad de 1,6 y una
tasa bruta de reproducción (hijas por mujer) de 0,79, lo cual impide
no solo el crecimiento, sino el reemplazo del elemento esencial
para el desarrollo poblacional: la mujer. Un panorama complejo
que dificulta la toma de medidas para la normalización del controvertido
panorama migratorio nacional.
Este proceso ha contribuido a un acelerado aumento de las
personas con 60 años y más. Si en 1990 era de 12,1 por ciento, en
2010 fue de 17,8 por ciento, con provincias, como Ciudad Habana
y Villa Clara cercanas al 20,0 por ciento, según las estadísticas
oficiales. Cifras aparecidas en el periódico Granma el pasado 5
de mayo, muestran que el porciento de las personas de la tercera
edad creció a 18,1 por ciento en 2011.
A esta reducción de las tasas de natalidad se une un importante
factor que influye en la disminución poblacional: el permanente
flujo sin retorno de cubanos hacia el exterior a pesar de las restricciones
existentes. En el período 2001-2010, el saldo migratorio
negativo alcanzó 341 mil 199 personas, equivalente aproximadamente
a tres años de nacimientos, según cálculos basados en
informaciones brindadas en los Anuarios Estadísticos de la ONE.
Las perspectivas de que esta lamentable situación demográfica
pueda modificarse en sentido positivo son improbables, si no
se adoptan medidas favorecedoras del incremento de la natalidad
y disminuye el deseo de los cubanos de marcharse del país. Esos
objetivos no se lograrán a no ser que se realicen transformaciones
económicas, sociales y políticas que creen un ambiente de confianza
en el porvenir de Cuba. De todos modos, las tendencias
demográficas imperantes tendrán efectos en el crecimiento y la
estructura de la población en los próximos decenios.
Esto quedó demostrado en un estudio realizado por la ONE a
mediados del 2011 y titulado “Proyecciones de la población cubana
2011-2035”, que tomó como referencia 2009 y trabajó las hipótesis
para períodos quinquenales. El primer período proyectado fue el
quinquenio 2005-2010 y el último 2045-2050, aunque solamente se
publicó hasta 2030-2035.
El problema demográfico de Cuba
es altamente preocupante y de muy
difícil solución. Para que no siga
agravándose, el único camino posible
es el inicio de reformas estructurales y
de conceptos reales, que conduzcan
a una reconstrucción del país y al
rescate de la esperanza en un mejor
destino nacional que frene el masivo
éxodo de la población y motive a las
familias a reproducirse en un ambiente
de progreso y confianza en el futuro.
La población cubana en los años 2011 y 2035, según proyecciones de la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONE).
a) Datos reales del 2011 indican que la población con 60 o más años de edad es del 18,1 por ciento, según publicó el diario Granma en su edición del 5 de mayo. Esto modifica los por cientos de los otros grupos de edades, en una magnitud todavía no informada.
De acuerdo con ese amplio documento, en 2035 los habitantes
se habrán reducido en 478 mil 544 de los 11 millones 232 mil
144 existentes a mediados de 2011. Se prevé que Cuba tendrá 10
millones 753 mil 600 habitantes dentro de 23 años, con un 34,0 por
ciento de personas con 60 años o más, mientras las mujeres en
edad fértil (15-49 años) se reducirán en 827 mil 296. Si en 2011 las
personas en edades activas (15-59 años) constituyeron el 65,0 por
ciento de la población total, en 2035 sólo serán el 52,2 por ciento.
En la proyección de ONE se prevé un decrecimiento del 25,0
por ciento del saldo migratorio negativo hacia el exterior a partir del
quinquenio 2020-2025, y se pronostica una tendencia a la disminución
en los dos quinquenios posteriores. Asimismo, la tasa global
de fecundidad se estima que crecerá progresivamente de 1,52 en
2010-2015 hasta llegar a 1,66 en 2035-2040, para un aumento
del 9,2 por ciento. Tanto la reducción de la emigración como el
incremento de la tasa global de fecundidad serían acontecimientos
positivos en caso de lograrse, pero dependerán del mejoramiento
de las condiciones de vida y las posibilidades de progreso que
existan en el país, situación que no se percibe en la actualidad.
Desde el punto de vista económico, los retos que plantean la
disminución de la población y el creciente envejecimiento son colosales.
En Japón y otros países desarrollados existen situaciones
similares que se han enfrentado con altos crecimientos de productividad
del trabajo, lo cual compensa relativamente la reducción de
la población económicamente activa. Asimismo, al ser sociedades
con altos niveles de vida, han abierto sus fronteras a la inmigración
para mitigar la carencia de fuerza de trabajo. La sociedad cubana
no tiene esas posibilidades. La productividad del trabajo es sumamente
baja en la actualidad, de manera que el incremento del Producto
Interno Bruto por trabajador entre el 2000 y 2010 no rebasó
el crecimiento del salario nominal medio mensual, de acuerdo con
cálculos realizados con información publicada por ONE. En esto
incurren varios factores, entre los cuales se encuentra el continuo
proceso de atraso tecnológico en casi todos los sectores de la economía,
acompañado de una persistente descapitalización desde
inicios de los años 1990 y de la carencia de estímulos laborales,
patente en especial en el constante declive del salario real, que en
la actualidad no llega ni al 30,0 por ciento del existente en 1989.
Estos factores negativos, junto a otros, como la acuciante falta de
vivienda, están en la génesis de las preocupantes perspectivas
demográficas de Cuba y sin un encauzamiento correcto de los
mismos será imposible encontrar solución al decrecimiento y al
acelerado envejecimiento poblacional.
Además, la carga económica que representa el incremento de
las personas en la tercera edad cada día será más difícil de soportar.
Los paliativos tomados por el gobierno como el incremento
de la edad de retiro en las mujeres, de 55 a 60 años, y los
hombres, de 60 a 65 años, no resuelven el aumento permanente
del pago de las pensiones. Aunque son sumamente bajas,
ya representan un peso extraordinario en la económica nacional
debido a la gran cantidad de jubilados, con un monto aproximado
de 5,2 miles de millones de pesos proyectados para 2011, que se
financiarán en un 47,0 por ciento con cargo al presupuesto, al ser
insuficientes los ingresos por la contribución a la Seguridad Social.
La pensión media mensual será de 255 pesos -equivalentes a 10
pesos convertibles (CUC) de acuerdo con el precio oficial de esa
moneda-, y habrá 1,7 millones de beneficiarios del sistema, según
informó la ministra de Finanzas y Precios en la sesión de la Asamblea
Nacional efectuada en diciembre de 2011.
Actualmente, los gastos en Seguridad Social representan un
12,0 por ciento de los gastos totales y un 11,0 por ciento de los
gastos corrientes del Presupuesto, según los datos publicados sobre
su ejecución en 2010. Desde hace tiempo la contribución a la Seguridad
Social solo financia parte de sus gastos, por lo que se requiere
tomar de otras fuentes del Presupuesto, con lo cual se constriñen los
recursos financieros disponibles para enfrentar otras necesidades.
Esa tendencia continuará en aumento según envejezca la población,
con las consiguientes presiones sobre la capacidad de financiación
del país.
Los gastos generados por el paulatino envejecimiento poblacional
no serán solamente los demandados por el sistema de pensiones,
sino también los necesarios para la atención de la salud,
así como la alimentación especial, adaptación de las vías y una
amplia gama de productos y servicios, que ese sector etario requiere.
Estos retos serán imposibles de vencer en las actuales
condiciones de crisis nacional, con una capacidad exigua de ahorro
y, por consecuencia, muy limitadas posibilidades de inversión
en hospitales, asilos y en los servicios de geriatría y gerontología
que de manera creciente demandará este crítico escenario.
El problema demográfico de Cuba es altamente preocupante
y de muy difícil solución. Para que no siga agravándose, el único
camino posible es el inicio de reformas estructurales y de conceptos
reales, que conduzcan a una reconstrucción del país y al
rescate de la esperanza en un mejor destino nacional que frene el
masivo éxodo de la población y motive a las familias a reproducirse
en un ambiente de progreso y confianza en el futuro. Hasta que
esto no se logre, la situación seguirá empeorando en términos demográficos.
Una verdadera bomba de tiempo, con consecuencias
imprevisibles.