Barack Obama estará en Cuba los días 21 y 22 de marzo. Llegará a La Habana respaldado por el impacto positivo en el pueblo de sus medidas iniciadas en 2009, que han incrementado sostenidamente su gran popularidad en el pequeño archipiélago cubano, y para dialogar con amplios sectores de la sociedad. Arribará con su esposa, Michelle, que también recibirá una calurosa bienvenida. Su viaje no será recordado por el simbolismo de ser el primero de un presidente de Estados Unidos desde 1928 y sin llegar en un barco de guerra, sino por su afable y vigorosa personalidad, y los mensajes auspiciosos. Los cubanos ya hablan de acogerlo en un ambiente entusiasta y respetuoso, lejano a las vociferaciones y movilizaciones organizadas por el gobierno cubano para enmascarar a los cubanos el verdadero origen de sus penurias, para que no tuvieran conciencia de que estaban perdiendo su presente y el futuro de sus hijos, causado por el bloqueo interno.
En ocasión del primer aniversario del memorable anuncio sobre el cambio de política hacia Cuba, el 17 de diciembre de 2014, Obama mencionó la posibilidad del viaje en marzo, de manera que la ratificación era esperada con impaciencia por los cubanos, temerosos de que surgiera algún suceso dilatorio o aniquilador. El presidente no podría posponer el gran salto, pues está en curso la campaña para las elecciones de noviembre en Estados Unidos. En enero 2017 concluye su mandato, por lo que Obama utiliza este período para procurar consolidar la política proactiva pueblo a pueblo de manera que el sucesor demócrata progrese o un republicano encuentre dificultades para revertirla. De su parte están muchos legisladores de ambos partidos, agricultores, empresarios, intelectuales, artistas, académicos, científicos, deportistas norteamericanos y cubanoamericanos, y cuenta con el alto rating de aprobación de la población en las encuestas.
En Cuba se está en vísperas de uno de los acontecimientos más importante desde el triunfo de la llamada revolución en 1959. El VII Congreso del Partido Comunista (PCC) comenzará el 18 de abril, con la diferencia de que 57 años atrás los actuales dirigentes llegaron como rebeldes prometedores de un futuro mejor para todos los cubanos, con democracia y oportunidades, pero en esta ocasión arribarán como ancianos incumplidores de sus promesas, destructores del país en todos sus aspectos, que procuran comenzar a legar el poder a sus elegidos, con directivas estrictas. No obstante mantener el eslogan de socialismo irreversible, la falta de un líder destacado, capaz de aglutinar a la elite gobernante y alcanzar el respaldo de la población para resolver la inmensa cantidad de problemas existes, confiere gran importancia al período hasta la realización de la Asamblea Nacional del Poder Popular de febrero de 2018, cuando Raúl Castro ha dicho que dejará sus actuales cargos, asi como otros dirigentes históricos. Solo algún tiempo después de 2018 se conocerán los criterios de los nuevos dirigentes, que tendrían la oportunidad de modificar las directivas recibidas y abrir la participación ciudadana para bien de Cuba y los cubanos.
Obama comprendió que su presidencia coincidió con el período óptimo para la aproximación de Estados Unidos, y la emprendió con los cambios más efectivos: la asistencia al pueblo. Los mandatarios de otros países acogieron los esfuerzos de Raúl Castro por cambiar la imagen internacional del gobierno y recibir colaboración económica, para llegar a La Habana con el fin de posicionarse antes del arribo de la eficiente competencia norteamericana, relegando a la población y la sociedad civil independiente, Obama desde 2009 no solo desbarató los pretextos del gobierno para justificar los desaciertos, las imposiciones y la represión, sino que está demostrando que sus pasos no han tenido mayor repercusión porque las autoridades cubanas los frenan. No debe pensarse que llegará con promesas, rectas o imposiciones, sino con el aval de sus medidas para ser facilitadas adentro, y los valores y las oportunidades que disfrutan los laboriosos norteamericanos y los cubanos establecidos en Estados Unidos.
Obama no está legitimando al régimen, como dicen sus adversarios, sino que está abriendo posibilidades a los cubanos. Obama no hará el cambio, pero está aportando medios para ejercer el cambio, que en primer lugar radican en las mentes, la autoestima y el conocimiento. Todos los cubanos tenemos que hacer el cambio, y sobre todo tenemos que velar por no equivocarnos.
La Habana, 22 de febrero de 2016
Miriam Leiva
Periodista Independiente
Publicado en www.cubanet.org,