Raúl Castro ordenó crear una institución para la preservación del patrimonio documental, el estudio y la divulgación del pensamiento y la obra de Fidel Castro mediante el Decreto Presidencial No. 21, para lo cual reunió un grupo de trabajo el 26 de febrero.
El presidente está dedicando los últimos meses de mandato ejecutivo a preservar la omnipresencia del Comandante en Jefe, resaltar la eficiencia de los militares, consolidar a los sustitutos en los principales cargos a partir del 19 de abril, y garantizar la aceptación del pueblo mientras continuarán desmontando los programas y planes fallidos del máximo líder en todas las esferas, aduciendo que él definió la revolución como “cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Nada novedoso en la historia universal, como demuestra China desde 1976, donde con la imagen y el pensamiento del Gran Timonel realizan, a diferencia de Cuba, cambios económicos radicales muy exitosos, que han colocado a Xi Jinping a igual nivel que Mao Zedong oficialmente.
Al prohibir las estatuas, en realidad porque fundirían al héroe en bronce o yeso inertes, convirtieron a los cubanos movilizados en portadores de las imágenes y la consigna de “Soy Fidel” por todas partes, al tiempo que se han ido creando lugares de veneración permanente, como el mausoleo monolítico rodeado de los principales próceres cubanos en el Cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
Asimismo, el presidente crea monumentales sitios y evidencias honoríficas con el propósito de perpetuar la llamada revolución desde 1 de enero de 1959, procurar el retiro sosegado de la vieja guardia y exhibir su gestión como primera figura desde 2006. El 24 de febrero, no renunció a la presidencia como había anunciado, pues difirió para el 19 de abril, pero procuró dejar singulares recuerdos. El Capitolio Nacional, esplendoroso por reparación capital y restituido a su función original, de hecho fue reinaugurado ese día, justificando la pompa con otros propósitos.
La estudiada confluencia de sucesos, el esplendor del recinto y las deslumbrantes explicaciones del Dr. Eusebio Leal, enmarcaron las imágenes televisadas de paseo, acto y discurso de Raúl Castro. Con el simbolismo de conmemorar el 123 aniversario del inicio de la guerra de independencia, convocada por José Martí, el presidente colocó las respectivas condecoraciones de Héroe del Trabajo de la República de Cuba a José Ramón Machado Ventura (desde 2011 segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, vicepresidente de los Consejos de Estados y de Ministros) y a los comandantes de la revolución Ramiro Valdés Menéndez y Guillermo García Frías. Fidel Castro condenó el Capitolio a inicios de la década de 1960, cuando albergó las oficinas de la Academia de Ciencias. Hasta 1975 no se necesitó una sede para la Asamblea Nacional inexistente.
El general, que no ha visitado los miles de afectados por el poderoso huracán Irma en septiembre, recorrió las empresas militares-industriales de las provincias Camagüey, Santiago de Cuba y Mayabeque en enero, y de La Habana en febrero, con amplia información en la televisión y otros medios. La producción de artículos destinados a la construcción de las casas destruidas total o parcialmente para ofertar a la población, usualmente deficitarios en los surtidos de las vetustas empresas del Estado, mayoritarias en el país, fue pormenorizadamente detallada por los directores de las fábricas. El propósito de mostrar el moderno equipamiento, la eficiencia de las Fuerzas Armadas y su asistencia a los damnificados a través de los generales jefes de Consejos de Defensa fue evidente.
Sin embargo, la población que centra su atención en las crecientes penurias y dificultades cotidianas, se pregunta si los cambios prometidos desde 2006-2007 han sido frustrados por las confrontaciones entre los máximos dirigentes, como se comenta, o si el general no ha tenido la decisión suficiente para ejecutarlos; si sus sucesores hundirán más o sacarán del precipicio. No obstante, parece que el primer secretario del Partido Comunista, Raúl Castro, y los militares continuarán siendo los máximos responsables de la ejecución de las directivas legadas.
En más de 10 años, a pesar de tener todas las instancias de mando, el general no ha vencido “la mentalidad obsoleta”, que él ha dicho frenan los cambios; evidencia de rechazo a ceder algo del poder absoluto. El férreo e inoperante sistema de planificación socialista, la asfixia al mercado y a las exitosas iniciativas cuentapropistas (propiedad privada), las medidas limitadas, las prohibiciones, los retrocesos, las paralizaciones, la corrupción, han lastrado los propósitos enunciados por el general-presidente. El trabajo no ha alcanzado su verdadero valor, por los desestimulantes salarios miserables, de manera que no hay productos que exportar y sustituir importaciones, las pensiones son ínfimas, los precios elevados, el país no tiene ahorro para invertir ni para pagar los créditos a mediano y corto plazo, no llegan las grandes inversiones extranjeras añoradas, y se dilapidó el impulso atractivo creado por el acercamiento Obama-Castro.
Miguel Díaz Canel sentado al lado de Raúl Castro, presidiendo frente a una treintena de personas la reunión del grupo de trabajo para crear la institución del líder histórico, y la designación del primer vicepresidente para controlar la tarea, pareció la confirmación del “elegido” por la Asamblea Nacional el 19 de abril.
La Habana, 28 de febrero de 2018
Miriam Leiva
Periodista Independiente