HOMILIA PAPA BENEDICTO XVI EN SANTIAGO DE CUBA

Homilía de Su Santidad Benedicto XVI en la Plaza Antonio Maceo
(Fuente: Oficina de Prensa de la Santa Sede, Santiago de Cuba)
26 de marzo, 2012
Texto original
Queridos hermanos y hermanas:
Doy gracias a Dios que me ha permitido venir hasta ustedes y realizar este tan
deseado viaje. Saludo a Monseñor Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de
Cuba, agradeciéndole sus amables palabras de acogida en nombre de todos; saludo
asimismo a los obispos cubanos y a los venidos de otros lugares, así como a los
sacerdotes, religiosos, seminaristas y fieles laicos presentes en esta celebración. No
puedo olvidar a los que por enfermedad, avanzada edad u otros motivos, no han
podido estar aquí con nosotros. Saludo también a las autoridades que han querido
gentilmente acompañarnos.
Esta santa Misa, que tengo la alegría de presidir por primera vez en mi visita pastoral
a este país, se inserta en el contexto del Año Jubilar mariano, convocado para honrar y
venerar a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, en el cuatrocientos
aniversario del hallazgo y presencia de su venerada imagen en estas tierras benditas.
No ignoro el sacrificio y dedicación con que se ha preparado este jubileo,
especialmente en lo espiritual. Me ha llenado de emoción conocer el fervor con el que
María ha sido saludada e invocada por tantos cubanos, en su peregrinación por todos
los rincones y lugares de la Isla.
Estos acontecimientos importantes de la Iglesia en Cuba se ven iluminados con
inusitado resplandor por la fiesta que hoy celebra la Iglesia universal: la anunciación
del Señor a la Virgen María. En efecto, la encarnación del Hijo de Dios es el misterio
central de la fe cristiana, y en él, María ocupa un puesto de primer orden. Pero, ¿cuál
es el significado de este misterio? Y, ¿cuál es la importancia que tiene para nuestra
vida concreta?
Veamos ante todo qué significa la encarnación. En el evangelio de san Lucas hemos
escuchado las palabras del ángel a María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se
llamará Hijo de Dios» (Lc 1,35). En María, el Hijo de Dios se hace hombre,
cumpliéndose así la profecía de Isaías: «Mirad, la virgen está encinta y da a luz un
hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"» (Is 7,14).
Sí, Jesús, el Verbo hecho carne, es el Dios-con-nosotros, que ha venido a habitar entre
nosotros y a compartir nuestra misma condición humana. El apóstol san Juan lo
expresa de la siguiente manera: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros»
(Jn 1,14). La expresión «se hizo carne» apunta a la realidad humana más concreta y
tangible. En Cristo, Dios ha venido realmente al mundo, ha entrado en nuestra
historia, ha puesto su morada entre nosotros, cumpliéndose así la íntima aspiración
del
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Homilia de Su Santidad Benedicto XVI en la Plaza Antonio Maceo
Lunes, 26 de Marzo de 2012 17:54 – Actualizado Lunes, 26 de Marzo de 2012 18:02
ser humano de que el mundo sea realmente un hogar para el hombre. En cambio,
cuando Dios es arrojado fuera, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para el
hombre, frustrando al mismo tiempo la verdadera vocación de la creación de ser
espacio para la alianza, para el «sí» del amor entre Dios y la humanidad que le
responde. Y así hizo María como primicia de los creyentes con su «sí» al Señor sin
reservas.

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