La política del Presidente Biden hacia Cuba llegó en un momento muy oportuno, cuando el pueblo está sometido a inmensas penurias económicas, alimentarias y de medicinas sin precedentes, y el gobierno incrementa los mecanismos represivos mediante el Código Penal, aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Las medidas anunciadas por el Departamento de Estado, el 16 de mayo, consisten en facilitar la reunificación familiar al reiniciar el Programa de Parole (CTRP) a través de la Embajada en Georgetown, Guyana; el envío de remesas sin limitaciones; y la reactivación de las categorías de people to people (pueblo a pueblo) y otras de grupos educacionales y algunos relacionados con investigaciones científicas, incluyendo la expansión de Internet, y compañías procesadoras de remesas y proveer apoyo adicional a los emprendedores. No se reinician los viajes individuales pueblo a pueblo.
Entidades de la lista Restringida de Cuba se removeran. Sin embargo, Fincimex, perteneciente a la empresa militar Gaesa, no será eliminada de la lista de sanciones, aunque representantes de ambos gobiernos han sostenido conversaciones sobre la búsqueda de una entidad no militar para procesar las remesas, según El Nuevo Herald.
Simultáneamente se anunció la ampliación dé los vuelos de las compañías y charters a aeropuertos además de La Habana.
Biden se tomó tiempo para analizar la situación en Cuba, y aplicar las medidas de mayor impacto para los cubanos, y los intereses de Estados Unidos. No se trata de la simple eliminación de las medidas de Trump, que profundizaron las penurias de los cubanos causadas por el gobierno isleño, que las utilizó para la propaganda y la represión.
El presidente labra su propia política, que podrá ser histórica al retomar la impronta proactiva desplegada por Obama y él como vicepresidente, ahora nutrida por las experiencias adquiridas durante el período de intercambio de delegaciones exploratorias para establecer acuerdos de colaboración en las más diversas esferas, e incluso posibilitar los negocios y las inversiones de las empresas norteamericanas en Cuba.
Biden conoce el doble juego de las autoridades de Cuba que dilataron las negociaciones. Fidel Castro ya había logrado sus objetivos esenciales: el regreso de los cinco espías, y el derribo de la Posición Común de la Unión Europea con acuerdos prometedores.
Los cubanos paseaban vestidos con la bandera del enemigo, y flotando en sus balcones. La población estaban fascinada por la prosperidad económica traída por los norteamericanos. El florecimiento de los negocios privados y la desarticulación de la propaganda contra Estados Unidos desvirtuó la represión aplicada por más de 50 años. Calladamente, la reformas internas para demostrar que se estaba abriendo la economía y los derechos humanos, comenzaron a detenerse a medidos de 2015, y se revirtieron inmediatamente después de la visita de Obama a Cuba. Él estaba obteniendo demasiado, lo que evidenció el Comandante en una agresiva Reflexión a su salida.
Raúl Castro logró relaciones inéditas con el gobierno de Estados Unidos, pero había quedado deslucido en la conferencia de prensa al lado del yanki, sobre todo peligraba el poder absoluto de la llamada Revolución. Las elecciones se acercaban, y quizás ambos pensaban alcanzar resultados más cercanos a sus intereses con Hillary Clinton.
El gobierno cubano definió las medidas de Biden como un paso limitado en la dirección correcta, en una Declaración del Minrex, emitida el 16 de mayo, donde auguró ampliación de sus opiniones. Por supuesto, continúa con la retórica tradicional, aunque no podrá justificar al pueblo si no facilita la llegada de las remesas debido a su intransigencia respecto a la utilización de Fincimex u otra entidad de Gaesa. Quizás la urgencia por liquidez levantará esa demanda.
En las limitadas informaciones emitidas durante el período extraordinario de Sesiones de la Asamblea Nación se constata que las carencias se incrementarán debido a que no hay dinero, ni medios para obtener divisas a fin de cubrir las necesidades más urgentes como los medicamentos, y por supuesto los alimentos que las decenas de medidas y grupos de trabajo no logran producir. Los turistas extranjeros y los combustibles serán escasos, los precios de los alimentos esenciales continuarán altos en el mercado mundial, y la mayoría de la población no tiene Moneda Libremente Convertible para acceder a las tiendas en MLC. La inflación no podrá ser atajada a mediano plazo.
El gobierno de Cuba no debe utilizar la ausencia de invitación a la Cumbre de Las Américas para trabar las medidas de Biden.
La Habana, 17 de mayo de 2022
Miriam Leiva
Periodista Independiente