¿LA POSICIÓN COMÚN EUROPEA DEBE CAMBIAR?

Las directivas de negociación para un diálogo político bilateral y un acuerdo de cooperación con Cuba fueron aprobados unánimemente por los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea el 10 de febrero, culminando un proceso iniciado en 2008 mediante consultas bilaterales con el gobierno cubano. La Posición Común adoptada en 1996 se mantendrá vigente durante esta etapa. Existen opiniones en contra de su eliminación, sin embargo debe tenerse en cuenta lo ocurrido en los 17 años desde su aprobación, y la posibilidad de que un nuevo mecanismo abra mayores posibilidades al progreso de Cuba y su sociedad civil.

La Posición Común procura contribuir al desarrollo económico, social y de la sociedad civil, asi como al respeto de los derechos humanos en el tránsito hacia la democracia. En 1996, Cuba aun atravesaba los más duros años del Período Especial y Fidel Castro había autorizado cierta apertura económica –mercados campesinos, algunos cuentapropistas, flexibilidad a las entidades estatales, empresas mixtas e inversiones con capital extranjero. La crisis y esas medidas podían estimular la esperanza de cambios paulatinos en el sistema, pero el fortalecimiento de Hugo Chávez y la llegada del petróleo de Venezuela comenzaron a revertir el proceso. Sin embargo, se produjo el acercamiento a la Unión Europea mediante negociaciones entre 2001 y 2002, y en enero de 2003 se presentó oficialmente la solicitud de adhesión al llamado Acuerdo de Cotonu de preferencias comerciales y cooperación con los países de Africa-Caribe-Pacífico (ACP),. El 12 de marzo de ese año, el Comisario Europeo para Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Sr. Poul Nielson, inauguró la sede de la Delegación de la UE en La Habana. Pero al parecer las autoridades cubanas contaban ya con la seguridad de petrodólares venezolanos, empezaron a desmontar la limitada apertura económica y retiraron la solicitud de ingreso al acuerdo con la UE. La sociedad civil independiente se había fortalecido, por lo que entre el 18 y 20 de marzo lanzaron la ola represiva que llevó a prisión a 75 personas pacificas con condenas de hasta 28 años de cárcel y en abril fusilaron a tres jóvenes que erróneamente intentaron secuestrar un barco para salir del país. La Unión Europea tuvo una respuesta digna de condena y reconocimiento público de la oposición interna, con la respuesta del gobierno cubano congelando las relaciones.

En 2004, al tomar posesión el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, su canciller Moratinos concertó con el gobierno cubano la normalización las relaciones, sacar a la oposición de las embajadas y eliminar la Posición Común auspiciada por España, cuando aún la represión era intensísima y la mayoría de los 75 estaban en terribles prisiones. Al llegar Raúl Castro a la presidencia de Cuba a mediados de 2006 encontró el país en una profunda crisis, que no solo demandaba modificaciones económicas internas, sino apertura internacional, por lo inició un proceso en ambos sentidos. Las limitadas reformas emprendidas propiciaron el reinicio del diálogo político entre la UE y el gobierno cubano en 2008, y la excarcelación de los prisioneros de los 75 contribuyó en 2010 a que la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, recibiera el mandato de elaborar recomendaciones sobre las relaciones con Cuba, mientras permanecía en vigor la Posición Común. En febrero de 2014, los 28 países de la UE aprobaron las directivas de negociación para un diálogo político bilateral y proponer la negociación de un acuerdo de cooperación. Desde La Habana se contestó a través de una declaración a nivel de viceministro de Relaciones Exteriores que la invitación sería considerada, aunque debe estar pactada.

En realidad, 17 de los 28 países miembros de la Unión Europea tienen acuerdos de colaboración bilateral con el gobierno de Cuba, incluso algunos de los más reticentes a levantar la Posición Común, de manera que los restantes están aislados, incluida España. La Unión Europea es un notable inversor en Cuba, el segundo socio comercial –después de Venezuela- y también segundo emisor de turistas, desarrolla una apreciable cooperación e incide culturalmente desde hace siglos, lo que debería ampliarse.

En caso de llegarse a acuerdo, la Posición Común podría dejar de ser un pretexto del gobierno cubano para justificar los desaciertos y reprimir cualquiera opinión discordante. El normal desempeño de los integrantes comunitarios en Cuba y el diálogo conjunto de la UE podría tener mayor eficacia, incluidas sus recomendaciones en cuanto al respeto de los derechos humanos y el tratamiento a la oposición pacífica interna. No obstante, el presente y el futuro de nuestro país dependen de nosotros, todos los cubanos.

Miriam Leiva

Periodista Independiente

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